14.6.13

Cuerpo-alma.

Digo, el vacío se lucha desde lo íntimo
no digo armarse
no digo amarse
digo, creer que hay algo dentro de ti
que aunque escape a la furia de la vida
acaba siempre por retornar al mismo cuerpo. 
Digo, hay que teñir de pinceladas rojo herida
en las mañanas
ahondar en las cicatrices que se agolpan
en mi rostro
digo, extraer si fuera necesario el corazón
digo, déjenlo fuera 
digo, sin que estrangule la muerte 
con sus manos frías 
tu garganta. 
Digo, que tinten la miel de los labios
que en recuerdo de amor arden 
como la hoguera escondida en mi pasado
con el escozor de la ingrata melancolía
y digo, ábranme la carne con crucifijos de fe 
o cuchillos de carne
o plumas negras de cuervo de algunos otros huesos
de algunos otros muertos. Como yo. 

Y diré, esto no es otro cántico al dolor 
que abrasa mi piel
diré, miren como su alma y mi alma 
y las almas vestidas de blanco se alejan sin rumbo
del cuerpo inmóvil.
Diré, tengo el remedio para frenar
la galopada al caos 
del hombre
entre suspiros de agonía e impersonal blancura.
Diré, la muerte es tanto el cuerpo extinto
como el alma inerte (que no late que no gime que no llora)
tanto el enfermo pide reposo a sus vértebras como silencio
a sus reminiscencias raudas
al desasosiego. 
Diré, todo escapa: que el humo del tren de mi existencia
cese allá entre raíles
encubiertos de gloria, 
diré, ¡pájaro de mis entrañas!, vuela lejos cuando posada
se halle mi memoria allá en el cielo.

Dije, mientras la huida acecha, escribo, 
dije, escribo, 
dije, escribo para retenerme, 
dije, no soy animal en jaula (no esa clase de retención), 
dije, soy el manuscrito que recoge los versos
más amargos.


En esta noche cálida y nutrida de anhelos, ¿qué es el alma si es el cuerpo la carne? ¿El candor de mis mejillas, los sueños que me velan cuando lloro otras ausencias, la pulcritud en el trazo, la magia de las palabras que escapan sin pensarlas, sin sentirlas, sin amarlas? ¿Qué es el alma?
Alguien que encuentra su voz escondida en la garganta, que desata los nudos que con fuerzan anuda la vida misma, el grito de misericordia, el grito de añoranza, el grito de rabia, el grito extático de amor culmen.
La fuerza con que lloran los vástagos al nacer, que quiebra el vacío de escapar de un recipiente vacío  a otro mas vacío: no habrá nada más vacío que este mundo y a la vez más atestado de gente, de ideas, de actos, de imágenes, de efluvios, de silencio. 
El reencuentro interior, el traqueteo sordo de la vida, las frenadas en seco, la silueta metamorfoseada del hombre en el tiempo, el caminar lento, acompasado, ronco, vacuo, la desnudez lejana de una orilla a otra de la bahía. 

Marchita la flor de la vida, admiro la vejez en algunos ojos que me irrigan en sorbos la comprensión perdida.  ¿Qué es el alma una vez que se difumina? Pasos. Viajes. Premeditadas acciones infectadas de rutina. 
Dije: mientras la huida aceche, escribo; dije: escribo; dije: escribo para retenerme. 
Mi alma se encuentra siempre en tener algo que escribir, y poder hacerlo. 

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