11.10.13

Pensamientos (I)

Hemos logrado avanzar a tientas entre las tinieblas que hoy nos poseen, dónde hay sólo cabida para el miedo y el recelo. Desde aquí, tu rostro permanece inmutable, disfrazado de calma y furia. Desde allí, metamorfosea el mío bajo el agua, como un álveo inevitablemente sin rumbo. Han tomado mi sangre, no soy quién debería ser y pareces preguntar dónde quedó la niña que anhelaba tocar la bóveda celeste con sus propias metáforas, dónde la fe. La oscuridad, el silencio, el movimiento. Hacen metástasis en mis entrañas y sin embargo, lo añoro tanto que parece un polvoriento muro erigido entre el veneno y la sed. Si te digo quién soy ahora, lo derrengada que me siento cuando pienso en quimeras que antes abrasaban mi sonrisa. Si supieras cuánto he cambiado probablemente mirarías a la otra orilla buscando otro espíritu foráneo que no deshilvanara tus ansias de vivir.

          En cambio, he logrado que el pasado perezca entre palabras, tejiendo lazos irrompibles que nos separan y nos funden en estas horas inocentes. He incendiado los cristales desbordando sobre ellos miles de ocasos, dilatando el tiempo que dura el éxtasis vertiéndose sobre el cielo, conjugando las artes. He erigido un nido en tu cuerpo, asiendo la espada que vence a tus fantasmas y besando mis heridas más profundas. Amor, pienso en ti y no hay cuchillos ni fisuras, sino una soledad infinita devorando a las bestias del olvido.

          Ahora, insiste en tu caricia, golpea el halo de luz que ansío rasgándolo en migajas que caigan sobre mí, que tu afecto paralice mi odio, ¿me escucharás del mismo modo cuando mi voz no exista? ¿Me leerás cuando no escriba? ¿Me sentirás cuando no sienta? ¿Seré inmortal en tu recuerdo?


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