31.3.14

They fall in love (III)

No teníamos otra forma de inventarnos: el amor se clavaba en sí mismo y viraba sobre el eje de la infinitud. Todo quedaba a su paso destruido. El error y el acierto, la espera y el deseo, la libertad y la vida. Todo, alrededor de ese perfil trazado, acariciado por la fuerza de ese imparable movimiento. 
La realidad enlazaba entonces un término absoluto: la pasión, con otro término más tangible, que generosamente subyugaba al anterior: la ausencia.  

Desde adentro, creíamos creer y confesarnos, buscar incansablemente ese lenguaje que oscilara en el espacio entre el tú y el yo. Ocurría siempre de igual modo: volvía a pensar en la muerte, y regresaba a casa empujada por la extraña sensación de la no-presencia. ¿Quién lloraría si? ¿Quién sino tú? ¿Por qué no ya?
Toda vida es solo un intento, un intento de silencio, un intento de creación, un intento de salvarnos. Y los límites de lo que fracasó se nos quedaron disueltos, fundidos entre los pliegues que dejaban formar nuestros dedos. 

Sigo esperando. Y ya no hay furor ni hay duda, no hay obligación ni rabia, no hay distancia más allá de la que tapizo ante el recuerdo. Y quiero que: el salto al vacío concluya en un regazo conocido, la paciencia nos cure de este mal desechable sin que acabemos muriendo en el mismo lugar, y que la duda, la explosión que mueve todo nuestro mundo, se propague de nuevo hasta mi ser y diga oh, qué forma tan absurda de sentir. 

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