Manifiesto mi intención de salvarte de la caída:
castigaré
desde este caos ineludible
a los organismos más primarios:
la ciudad indómita y dormida
donde no tenemos hueco ni consigna
porque nos miramos de forma excesivamente
donde no tenemos hueco ni consigna
porque nos miramos de forma excesivamente
pecaminosa
quizás
porque albergamos el éxtasis cosido bajo los párpados
una ciudad que como el país la casa o el trabajo
es ahora herida de sutura
un chirrido de agujas y motores
que taladran
ralentizaré
el crecimiento de este algo inmenso en nuestro cuerpo
que aumenta y se propaga
tercamente escondido
en cada signo
en las bocas entreabiertas
en las convalecencias
que aumenta y se propaga
tercamente escondido
en cada signo
en las bocas entreabiertas
en las convalecencias
destruiré el odio para ti
por ti
el mío propio como risa triste
el mío propio como risa triste
mostrado en un alarde de ternura titánica
el odio al nombre
el odio a la palabra
al concepto de un millón de cosas que no existen
el odio al nombre
el odio a la palabra
al concepto de un millón de cosas que no existen
enlazaré una suerte de parábola
con las generaciones precedentes
aquí nuestra soledad compartida
aquí nuestra soledad compartida
aquí nuestra precariedad compartida
aquí nuestra realidad compartida
te guardaré en una burbuja contra la decadencia o
la dialéctica
destruiré así por ti cada uno de los discursos.
Me ha dejado sin palabras, me encanta. Enhorabuena de nuevo.
ResponderEliminarMe alegra verte de nuevo por aquí. ¡Un abrazo!
ResponderEliminar¡¡Qué dirían los sofistas!!
ResponderEliminarMuy bueno Rosa :)
Un beso grande.
Lo leí más de dos veces, hermosas palabras.
ResponderEliminar