23.10.12

Otro proyecto en blanco más.

Él no era capaz de comprender que el mundo podía extenderse más allá de los altos y grises edificios de la capital. Ella, sólo quería ver más y más mundo, prohibiendo a su mente cada pensamiento que pudiera retenerla un poco más en su pequeño rincón. Él quería pegar sus pies al asfalto mientras ella moría por poder despegarlos, por poder volar. Eran totalmente diferentes. Tenían formas de ver la vida que en nada se asemejaban. Pero en esa diversidad renace el progreso. En esa diversidad yacen los cimientos de pasado, presente y futuro. En esa diversidad recae el espíritu de querer cambiar, el espíritu que los conduce cada vez más a luchar por un espíritu común. En medio del caos, él y ella, se cruzan, y en ese momento se dan cuenta de que algo importante va a pasar. La primera revolución empezará por sus propias vidas. Por rebelarse contra los principios y las propias normas, contra los pensamientos convencionales que los obligan a no querer vulnerar ninguna ley que no pase por el límite adecuado. Y entonces, una vez en ese punto, deberán elegir entre su nueva concepción vital o la revolución continua, del que nunca quiere conformarse con nada. 


(Proyecto de algo.)



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