4.12.12

Invierno.

- Todo es tan frío ahora...
- El invierno lleva inscrito en su nombre la dureza y la crueldad. Refugiados tras de sí cientos de versos que se quedarán por escribir, tan sólo por la sensación que provoca el roce de la piel con el frío asfalto.

Tan sólo recordaban sentados ahora allí, cosas sin sentido, alumbrados por un día demasiado apagado ya, incombustible, sin embargo.

- Necesito que divagues, de nuevo, por mis cumbres heladas y desérticas, por la tundra de mis ojos, y los matojos que acorralan lo que antes era fértil, a rebosar de vida y demasiado condenado ahora a lo mediocre de lo subalterno.

Estaba pálida, carcomida por ramalazos de un tono grisáceo enfermizo, y pedía a gritos que la liberaran de la opresión de mil cuchillos afilados, alineados en relación a la resistencia de sus huesos.

- Lo haré, cuando la poesía vuelva a brotar de mis manos y mis pensamientos plasmen el futuro en un trozo de papel mal cortado. Cuando el invierno cese su despotismo y la noche se trasforme en algo más que un vómito anárquico y despedazado.

La noche caía, a su vez, y desparramaba estrellas contra la humedad del suelo que acariciaban sus pies, de ambos, enlazados en una protección y un cobijo casi filial. Los dedos martilleaban sobre la madera apolillada y mustia, repleta de astillas que se quiebran con sólo mirarlas, podridas y añejas.
El silencio se distrajo, se relajó y se implantó con una protuberancia que corrompe, que casi hiere y cicatriza en un abrir y cerrar de ojos.

- Hiela como cada invierno, y lo deja todo reducido a algo similar a la ceniza. La calidez viene y va como las corrientes con el vaivén mecedor, hipnotizante.

Así, en este resquebrajar de emociones que se pierden vagamente. La transhumancia de reflejos que escapan y se atreven a alcanzar de un soplo el clímax. Mientras, la madrugada resbalaba lentamente, aspirando a envolverlo todo de la manera más repulsiva y contraatacante.

- La primavera hará florecer mis ganas de anidar, de hallar el rumbo, de abandonar esa extraña obsesión de huir, siempre, cuando el frío me cala las palabras.

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