8.9.13

(Trazos)

1
La continuidad fluyente de la vida,
ruina y calma, túmulo encarnado
sobre la marmórea superficie de la nada.

2
Un cuerpo que tiembla, una voz,
un alma conjugada con
la húmeda polvareda que se desliza
entre mis dedos.
Sólo la sed en este septiembre blanco
impetrará el aplaque de las horas.

3
El ocaso cederá ante las sombras;
el alba ante la puerta clara del recuerdo.
La libertad está reservada a lo insignificante:
una luz tenue consumiéndose en la noche,
la fugacidad de un verso infinito.

(No tañes lo incalculable, el furor de lo inmenso.)

4
Se oye el bailable susurro del tiempo
devorando instantes.
Este salto irremediable al vacío.
Esta pulcra necesidad de atrapar la ausencia.
Estas arrugas como órbitas de aire
engullendo la esperanza.

5
No más el espejo roto en mil pedazos,
el barco que zarpa, la efigie antiquísima
fundiéndose en el fuego del ayer.
Sin embargo el silencio,
el latido de la palabra no amaina
en la lejanía. Tras la llamada
de la muerte acecha oscura y clara como
el mar etéreo.

6
He rezumado tantas lágrimas que moriré
ahogada entre mi propia abundancia,
un constante torrente de melancolía.
He evocado el origen, he pulverizado
el miedo a nacer de nuevo,
he acallado el grito de lo impenetrable.
He desertado mi lugar como una jaula.
He abrasado los recodos de
mi propio
vacío.

3 comentarios: