7.9.12

Revolución.


El trato era ese. Y tú lo has incumplido desde el primero de los mandamientos. Cuando los tratos se violan por una parte, ¿qué mantiene a la otra a seguir al pie del cañón? Cuando la parte débil de una unión equitativa se reconoce a ella misma, las uniones se destruyen. La teoría pasa a ser práctica, y la práctica siempre es imperfecta.
Más por obligación que por derecho, la revolución se ha convertido en estilo de vida. Raro de apreciar cuando rebelarse hace tiempo que dejaron de considerarlo derecho.
Vivir al margen, morir al margen. Dentro de los límites, de las normas, dentro de lo que imponen como límites y normas. ¿Quién dice lo que está bien y mal? ¿Quién tiene la certeza de saber cuál es el camino correcto.
Te imponen su verdad. Una verdad que ellos convierten en mentira. Una verdad alterada por las heridas de la sociedad. Unas heridas que la propia verdad hace más profundas. Y tu la aceptas, la sigues, la defiendes y te crees que capaz de juzgar a cualquiera que ose modificar esa farsa. Y en el fondo puede que incluso sepas que es una farsa...
Y sin embargo sigues ahí. Impertérrito. Tal vez sigas preguntándote que has hecho para merecer esto en vez de preguntarte que vas a hacer para cambiarlo. No hay nada peor que ser la voz pasiva de tu propia vida.
Dominado, creyéndote dominante de algo que ni siquiera es tuyo.

Y sonríes, ajeno a ese trato que ahora ya no es nada. Ajeno incluso a que había un trato. O peor aún, sabiendo que tu trato se ha incumplido y siguiendo una y otra vez haciendo tratos con el mismo traidor.
Pasando la pelota de tejado en tejado, sin darte cuenta, que esta vez, en unos meses quizás,  puede que ese tejado ni siquiera te pertenezca.

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