15.5.14

Romanticismo

París se ha evaporado
se ha borrado de los mapas; su contorno no existe,
bajo la niebla desflecada apenas
vislumbramos un beso, escombros exhibidos,
trofeos rotos; la música ha cesado.
Ya no hay nada.

Y tan calados los ojos
cuando miro los periódicos, las rosas,
el quicio de la sed, los titulares y dices:
la cena se ha enfriado, la luz gélida
que ilumina nuestro cuarto ya no alumbra,
me retienes inmóvil y el silencio nos destruye
al mismo tiempo. Y susurras y llegas, te desnudas,
y soy mi propia voz, mi fogonazo,
y me cantas en un idioma extraño que desaprendí
al aprender a olvidarnos.

La situación parece hostil, cómo no serlo.
No hay señal alguna capaz de anunciarnos
otro instante.

Las ciudades oscuras, disueltas, desaparecidas.
La muerte en la trinchera, unánime, sentada a mi mesa,
allí donde cada minuto suma por costumbre
una forma diferente de condena.

La memoria en la palabra, la ternura vaga,
la estética del rencuentro; todo me recuerda a ti,
a tu marcha. Entierro tu nombre, París te oculta,
este romántico destino nos aguarda y tristemente
sin quererlo
comienzo a soltar tu mano.


1 comentario:

  1. Me acabo de dar cuenta (mis despistes extremos y yo, no me lo tengas en cuenta) que tu blog se me había borrado de la lista de los que sigo. No puede ser esto. Acabo de agregarlo de nuevo y me toca ponerme al día y leerte.

    Para empezar, este poema me ha gustado mucho. Seguro que el resto, si son tan buenos como este (tan evocador, sí, lo es), me encantarán también.

    ¡Besos!

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