9.9.14

Manifiesto

Desde que ya no estás he comenzado a brindar con extraños. Desde que ya no estás y el vacío y la soledad son una mano liberada. Desde que no me asustan los años y no creo en la filosofía griega que se imparte en los bancos del parque. Ahora sé convivir con los relojes y con mis miedos y con todo esto que te dedico aunque me escurra en los recuerdos al cruzar las calles. Desde que ya no estás he aprendido a recitar poemas, y aunque esté huérfana de amor he aprendido también a evocar nuestras palabras favoritas sin que se me trabe la lengua y todas nuestras casualidades y coincidencias y la hora exacta a la que cruzaba el umbral de mi puerta rumbo a otro umbral netamente metafísico: el de la inocencia. 
Desde que ya no estás nadie contesta a mis preguntas ni nadie me las plantea, sigo sin creer en senderos existenciales y no sé cual es el final ni si lo hay, ni siquiera sé lo que es porque el único final que ahora concibo es el final de la hecatombe cotidiana y tiene lugar puntualmente a las 23:59.
Desde que ya no estás, desde ese comienzo superlativo, he dejado a un lado la enfermedad, y quisiera recordarte que toda la cordura de este mundo está en el abismo, en el margen, en el límite del límite y en el bordillo que recorría con mis pies inestables, y desde entonces no he vuelto a saborear las mieles cálidas del éxtasis ni la certeza de haber creído morir de felicidad. 
Me encantaría decirte que cuando vuelva a necesitarte ya será demasiado tarde porque nuestras presencias serán demasiado incómodas y porque desde que ya no estás soy incapaz de enfrentarme a la mirada ajena sin sentir que estoy idolatrando todos y cada uno de los mensajes que algún día tú emitiste. 
Me encantaría decirte que no te echo de menos y que no tengo miedo al pensar en qué estarás haciendo o con quién debatirás ahora acaloradamente sobre temas tan insustanciales como el futuro o la prima de riesgo o la masacre en Palestina o el apabullante ascenso de la derecha en Europa. Desde que ya no estás no he vuelto a hacerlo, me refiero a enzarzarme en estas disputas vanas en defensa de unas ideas que me hacían regurgitar pero que ya no significan nada.
Me encantaría decirte que no es la primera vez que lloro escribiendo pero lo cierto es que sí, y no he parado de pensarlo desde la primera palabra hasta la última y creo que este es el momento de dejar definitivamente la literatura porque ya no sé guardar la distancia con mis propias historias.
Me encantaría decirte que algún día superaré la vida y pasaré a la siguiente fase y dejaré atrás tu nombre y tu ausencia y mi adolescencia y mi desamor y todas estas idas y venidas que provocan risa en el lector pero que a mí me parecen laberintos surrealistas cuya imagen es cíclica y al final siempre conducen al mismo punto. Y estoy estancada, y me gustaría decirte que no, que he escrito y reescrito este texto y he corregido una y mil veces pero la verdad es que las palabras han salido de golpe y me asusta la rapidez que se esconde detrás de la experiencia. 
He olvidado decirte muchas cosas que son ciertas y cualquiera podría comprobarlas pero al final me he quedado en todo aquello que me encantaría decirte y es mentira y en todo aquello que ocurre desde que ya no estás y también es mentira. Todo esto es pura ficción, pero no sé cómo afrontar el primer abandono y ojalá, aunque esto suene maquiavélico, ojalá tu también quieras contarme mentiras y ojalá desde que ya no estoy tú sigas siendo el mismo de antes solo que un poco más triste tal y como yo, porque eso querría decir que desde que ninguno de los dos estamos, por primera vez, y no digo esto como reproche sino como brindis por todo lo vivido, por primera vez hemos empezado a sentir lo mismo. 

2 comentarios: